Por Liliana Elías

Fotos: Juliany Sánchez / Jesús Lozada

Chuao es una tierra hermosa con olor y sabor frutos rojos, con verdes que se encuentran en una selva húmeda y cálida, gente linda que disfruta de la libertad, sirenas que le cantan a San Juan y usan la potencia de su voz para expresar su sentir donde quiera, mares y ríos que la rodean, y misticismo, mucho misticismo. Pero sobre todo, este rincón soñado puesto estratégicamente en el estado Aragua, es la tierra por excelencia del mejor cacao del mundo, el que, al probarlo, hace que la felicidad estalle en el centro de la lengua y desemboque en una sonrisa.

Una de las curiosidades más impresionantes de Chuao es que, si lo mira desde el cielo descubrirá que tiene forma de mazorca de cacao. ¡Increíble! Y para nada casual… La isla se compone de tres calles ovaladas que se juntan en un punto llamado “Las tres cruces”, detrás de “La casa del alto”, conocida de esa forma porque es una enorme casa colonial que tiene tres pisos y en la que funcionaba la antigua hacienda de cacao; ahora funge como Casa de la Cultura de los chuaeños.

Para allá nos vamos trazando la ruta del cacao.

La mazorca desde arriba

La ruta que describiremos ha sido recomendada por el equipo de @ChuaoPescao, liderado por Fernando Carrizales, un apasionado de la región que nos lleva al paraíso terrenal a través de un proyecto llamado Residencia de Artistas Chuao, cuya palabra clave es hospitalidad.

Lo recomendable, primero que nada, es tomarse tres días y dos noches para disfrutar verdaderamente de Chuao, sin dejar de lado sus hermosos atardeceres y el ateneo en el que cada noche se convierte el patio de secado del pueblo, donde los niños corren y juegan libres y los adultos bailan y gozan de sus tradiciones.

Una de las ventajas de Chuao es que está ubicada en una zona estratégica de Venezuela, que permite que gente de todas partes la visite coincidiendo en el centro del país.

El turista debe salir de Maracay por carretera hasta llegar a Choroní, atravesando el parque nacional Henry Pittier, famoso por tener la mayor variedad de mariposas y helechos, además de ser un importante centro de avistamiento de aves. De Choroní hay que seguir a Puerto Colombia para tomar una lancha a Chuao. El trayecto es de uno 15 minutos.

Cuando llega a Chuao el turista verá el área de la Bahía de la playa, de allí al pueblo hay 5 km. El visitante puede irse de dos maneras, a pie o en camión o autobús. Desde Vivaelcacao.com les recomendamos irse a pie por dos cosas: una, porque Chuao es de los pocos sitios de Venezuela que escapa a la inseguridad, allí puede andar tranquilo y feliz. Dos: porque en esos 5 km de trayecto está la Hacienda Campesina de cacao de Chuao, y recorrerla es sencillamente un espectáculo de selva subtropical y aromas únicos, de mijaos, samanes, aguacates, lechosas, y claro está, de árboles de cacao.

Si opta por los camiones también se divertirá, irá en la parte de atrás como levitando entre la selva y disfrutando del viento. Otra opción es el autobús clásico de 30 puestos que lo lleva y lo trae.

La torre Eiffel del cacao

Ya en el pueblo se encontrará nada más y nada menos que con el patio de secado y la famosa Iglesia de Chuao, una de las más conocidas del planeta por ser inspiración de artistas, fotógrafos y chocolatiers de todo el mundo, podría decirse que estará en la Torre Eiffel del cacao. Es además la más antigua del estado Aragua. Tómese ese día para disfrutar el atardecer y para una “purificación” en el río Tamaira, le garantizamos que todas sus penas y dolores serán llevados por esas aguas maravillosas y volverá a la orilla ligerito y renacido.

A las seis de la tarde repican las campanas de la Iglesia, anunciando el comienzo del espectáculo: es cuando el patio de secado se transforma en la plaza de los niños, en el ateneo del pueblo.

Al día siguiente, prepárese y levántese bien temprano, porque las 7:00 en punto de la mañana, parte de las mujeres del cacao sale al patio a tender la semilla, las otras se van a la Hacienda cacaotera, -que por cierto, pertenece al pueblo en su totalidad- y comienzan con la faena en la tierra. Usted será parte de la organización típica de un día de trabajo, una dinámica totalmente nueva e interesante para los turistas.

Ya a las 12 del mediodía, las mujeres están de vuelta. Al lado de Iglesia está la oficina administrativa de la hacienda, a su lado están los depósitos donde se almacena el cacao, y a su vez, la cámara de fermentación. También podrá ver allí los espacios donde se encuentra nada más y nada menos que la maquinaria para hacer chocolate. Imagínese salir de allí con un chocolate recién hecho, por supuesto con cacao de Chuao… ¡La gloria!

En ese mismo espacio se encuentra la plaza Bolívar y la estación de policía.

La otra joya de Chuao

Ya le hemos descrito el núcleo central de interés en cuanto a la ruta del cacao se refiere, Pero si camina 5 km más hacia el norte, encontrará todavía parte de la hacienda de cacao y la Casa de la Cultura. Allí puede preguntar por un guía certificado para que, desde el sector La Toma lo lleve a la otra joya de Chuao: Chorrerón, el lugar donde convergen los río El duro, el río del medio y el Tamaira, en el que finalmente desembocan todos. Chorrerón es una visita obligada cuando va para Chuao, allí lo esperan 90 metros de cascada imponente y mágica a la que llega tras dos horas de camino.

Dato curioso: para llegar a la cascada hay que cruzar 27 veces el mismo río, por lo cual debe ir preparado, con zapatos anfíbios, protector solar, ropa ligera, hidratación y una barra de chocolate o fruta para comer arriba, en la cima de la montaña.

Finalmente, y si quiere sacarle aún más el jugo a su travesía, puede aprovechar para tomar un peñero desde Chuao a Sepe, una isla pequeña donde también encontrará cacao, aunque mucho menos que en Chuao. De ahí puede seguir a Tuja, que es una “playa de bolsillo”, como se le dice, por lo chiquita y acogedora que es.

Esperamos que tras leernos, le pase lo mismo que a nosotros y quiera volar a hacer su maleta para internarse de cabeza en este paraíso divino que espera por usted para ser descubierto… Y saboreado!