Por: Juan Pablo Crespo
Fotos: María Mercedes Rodríguez / Liliana Elías

Flanqueado por la burocracia y un débil proceso de postcosecha, el cacao venezolano arrastra grilletes que frenan la reconquista de los ávidos mercados internacionales, esos que hace un siglo estuvieron bajo su dominio.

Desde la misma tierra en la que la planta tropical Theobroma cacao echa sus raíces comienza el calvario de la semilla, que pese a su inigualable potencial no termina de invadir el mundo.

A ver, Venezuela ha tenido al menos en las últimas décadas una inconsistente política de exportación para nuestros cacaos. Por supuesto que la cadena de debilidades golpea directamente la exquisita calidad del afamado grano venezolano, apetecido antes por los colonizadores españoles y ahora por las más célebres empresas globales del chocolate.

Afuera se pueden encontrar expertos, científicos, chocolateros o instituciones que -como aquí- están convencidos de que el cacao venezolano es el mejor del planeta. Por solo citar dos opiniones mencionamos a Moisés Gómez-Miranda, oficial de proyecto de la Organización Internacional del Cacao, quien ha dicho que “el cacao venezolano es, sin duda, uno de los mejores, para mí, personalmente, el mejor”; y a la experta francesa en chocolate finos Chloé Doutre-Roussel: “Venezuela tiene el mejor cacao del mundo”.

Sin ir muy lejos en el tiempo la semilla patria fue calificada como la mejor del planeta en la Conferencia Mundial del Cacao 2016, evento celebrado en junio pasado en República Dominicana. Allí se ratificó que el país es dueño de una variedad de cacaos criollos finos de aroma y extra finos de aroma.

Porcelana o Guasare (Zulia), el Chuao (Aragua) o el Carenero (Oriente) son subtipos de cacao que encarnan ese valor destacado en el mercado externo.

Con esta fama que tiene nuestro cacao a cualquiera se le perdonaría pecar por presumido. Pero lo que la naturaleza nos ha regalado no es suficiente sin un estricto proceso de transformación y una robusta industria sustentable que gire en torno al fruto.

“El eje cacaotero venezolano es el más golpeado del país”, nos resume Hermenegildo Sojo, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Cacao (Asoprocave).

Papeles y más papeles

Y para muestra de ello es que el cacao venezolano se marea entre un laberinto de trámites burocráticos y algunas prácticas poco ortodoxas que en nada contribuyen con aquello del ganar-ganar.

Consultado sobre el tema y aunque no es un exportador de cacao, Jorge Redmond conoce el mundo de la semilla casi como la palma de su mano. Además de ser el presidente de Chocolates El Rey, integra también un panel de la Organización Internacional del Cacao (Icco, por sus siglas en inglés) encargado de designar cuáles son los países del mundo que producen cacao finos de aroma.

El industrial venezolano de ascendencia suizo-irlandesa dice que antes era necesario que los exportadores cumplieran con cuatro pasos para colocar en el mercado externo un contenedor de chocolate o de cualquier otro producto, pero los trámites se dispararon brutalmente desde la llegada al poder de la revolución bolivariana. “Hoy se exigen 90 pasos, que incluyen 19 distintos ministerios. Es algo engorroso y costoso”.

Jorge Redmond, presidente de Chocolates El Rey
Jorge Redmond, presidente de Chocolates El Rey

Tantos trámites provocan en algunos casos que se eleven las cuentas porque la empresa se ve obligada, como es el caso de Chocolates El Rey, a abrir un departamento para hacerle seguimiento a cada uno de los pasos, que por lo demás tienen tiempos de vencimiento distintos y deben cumplirse una y otra vez en cada una de las exportaciones que se realicen.

Sin embargo, parece haber interés en que se reduzcan las exigencias para aligerar los procesos. “Estamos tratando con el Gobierno Nacional la manera de reducir la lista de pasos. Considero que no más de 10 son suficientes para garantizar el control de cada producto”, agrega el experto con estudios en administración de negocios.

Cacao listo para distribuir

Alcabala en la vía

Hermenegildo Sojo habla también con propiedad de la materia y denuncia injustificadas solicitudes extra de requisitos. “En la dirección de Circuito Vegetal del Ministerio de Agricultura y Tierras firman las licencias de exportación, pero se ha convertido en una alcabala. Allí cobran en dólares a las personas que exportan cacao”.

El productor está establecido en el estado Miranda, el más cacaotero del país y ubicado en la paradisíaca zona Norte costera venezolana. Sojo reflexiona y se pregunta sobre ¿cómo acabar con “esa rosca?”. Él mismo encuentra la respuesta al indicar que “como lo dijo en su momento el presidente Hugo Chávez, creando la Mesa del Circuito Cacao. Así podemos ver quién es quién y saber a quién se le otorgarán los permisos de exportación”.

Mientras tanto, nuestro cacao sigue a la espera

Proveedor inconsistente

Nuestro cacao tuvo el año pasado serios problemas con las licencias de exportación por la restricción que hizo el Gobierno en los permisos, lo que impactó en la reputación del país como proveedor seguro de este rubro.

 Luego el Ministerio de Agricultura estableció los mecanismos para la exportación del producto y desde entonces la situación se ha ido reencausando. “La raíz de aquel problema fue que algunos exportadores no habían regresado los dólares al Banco Central de Venezuela, por lo que el Gobierno decidió detener todas las licencias de exportación mientras fiscalizaban a cada uno de los involucrados. Esto se superó y las exportaciones más o menos se han normalizado, con algunas excepciones porque a ciertos personajes que por no hacer las cosas debidamente no se les están otorgando los permisos o licencias”, detalla Redmond.

En abril de 2011 el Gobierno Nacional estableció a través del decreto 8.157 que el cacao es pilar fundamental de la seguridad y soberanía agroalimentaria, así como el chocolate, sus productos y subproductos. “Con esta declaración se le dio todo el apoyo que requieren los agricultores, artesanos, productores, industriales y exportadores. Se conformó además la Mesa Técnica Nacional del Cacao, no obstante poco o nada se hizo”, apunta Sojo como la voz más representativa de los productores de cacao de Venezuela.

En dicha declaración se establece que se fomentará la articulación, gestión y ejecución por parte de los organismos públicos y privados en los procesos de formación, investigación, innovación, prestación de servicios especializados, los programas agroproductivos, así como la asistencia técnica de los productores, campesinos, organizaciones comunitarias y trabajadores vinculados con la semilla.

Nuestros mercados… Y Japón

Venezuela produce entre 15 y 20 mil toneladas métricas ™ de cacao al año. La poca precisión obedece a que encontrar cifras oficiales actualizadas no son pan comido, como en otros países. Para Sojo, la producción está entre 19 y 20 mil tm, mientras que Redmond la ubica entre 15 y 16 mil tm. A finales del año pasado, el presidente de la Cámara Venezolana del Cacao (Capec), Alejandro Prosperi, informó que la producción se situaba entre las 16 y 18 mil tm de acuerdo con el ciclo vegetativo.

La industria nacional consume casi 10 toneladas al año y el resto se exporta a nuestros mercados en Estados Unidos, Europa y Asia. “Nuestro principal comprador es Japón, un mercado tan extraordinario como atractivo”, apunta Sojo.

El país asiático detuvo el año pasado la compra de grandes cantidades de cacao venezolano por contener una leve concentración del herbicida 2,4-D. Sojo dice que se trata de un herbicida que no es usado por los productores de cacao, sino en zonas aledañas y que por supuesto se refleja en la semilla. “En Asoprocave hemos realizado campaña junto con la Capec para eliminar en nuestros cultivos esos productos químicos”.

Para muchos expertos como Fernando Ross, ingeniero agrónomo y asesor en materia de cacao, parte del productor venezolano todavía no se ha dado cuenta que la ganancia está en la exportación. “Muchos de ellos no están capacitados para involucrarse en esta parte del negocio. En Aragua, por ejemplo, no se está exportando como debiera ser porque la producción se le está otorgando a intermediarios. El Gobierno puede ser entonces la palanca y voz que le indique a los productores que la exportación es el camino a seguir”.

Una débil postcosecha

Antes de llegar al papeleo burocrático hay que tomar en cuenta también que procesar el cacao es toda una travesía que requiere un cuido especial en cada una de sus estaciones, de lo contrario el producto final se verá afectado y con ello la capacidad de colocar cacao en el exterior.

Desde la cosecha hasta el almacenamiento deben cumplirse a la cartilla rigurosos procedimientos. El manejo de la postcosecha es tan importante que de este conjunto de procedimientos depende en gran medida la calidad de los cacaos, pero Venezuela no es precisamente un ejemplo a seguir cuando de postcosecha se trata, al menos por ahora.

“Una mazorca con estado de madurez óptimo dará la mejor expresión del aroma. Sin embargo, muchos productores por razones de espacio o de tiempo cosechan mazorcas maduras, verdes, pintonas o enfermas y las mezclan todas. El resultado es un producto alejado del tope de calidad”, explica el profesor e investigador del cacao Elvis Portillo, decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia (LUZ).

Los traspiés continúan en la fase de fermentación, la etapa más importante de la postcosecha, porque es el que permitirá el desarrollo de todos los detonadores de los aromas del cacao y una serie de compuestos aromáticos típicos de esta fase. “Por distintas razones, más de un 70% de los productores no fermenta el cacao, ya sea por desconocimiento del proceso, porque no saben cómo hacerlo o por el factor precio. En este último sentido, el precio del cacao fermentado (que termina siendo de mejor calidad) y el del cacao no fermentado es muy similar. Así que mientras no exista un diferencial de precio entre uno y el otro persistirá un nudo crítico que es menester resolver”.

En el secado las pifias están muchas veces también a la orden del día. En esta etapa se busca reducir la cantidad de humedad del grano, desde un 50% hasta un 8% o 6%. “El secado no es solo colocar el cacao en un patio y dejarlo allí durante algunas horas o días, voltearlo y ya. El secado debe hacerse de manera progresiva para que la almendra no adquiera un sabor ácido o inadecuado que afecte la calidad del chocolate”, precisa Portillo desde su oficina en LUZ.

Y si el cacao pudiera hablar seguramente tendría mucho que decir acerca de sus condiciones de depósito. “El almacenamiento debe ser realizado en un lugar bien ventilado, en sacos de fique y sobre unas estibas, con una distancia respecto con el piso entre 10 y 15 centímetros. Los sacos nunca deben tocar el suelo para evitar que absorba humedad. Los galpones además no deben ser utilizados para paralelamente guardar otros productos, como químicos”.

Mantener la inocuidad es vital para el cacao y el posterior chocolate. Un mal manejo del alimento en el secado o almacenamiento puede contaminarlo de hongos o bacterias; así como de metales pesados y químicos provenientes de mal uso de plaguicidas y herbicidas.

Portillo recuerda que los protocolos en Venezuela siempre han existido, pero que lamentablemente las normas pocas veces se cumplen. Añade que en ocasiones “tampoco exigimos calidad. Toda la cadena tiene culpa. Cuando nos toca ir a los mercados internacionales encontramos normas más estrictas. Hay compradores que exigen que el grano esté 100% fermentado o libre de partículas extrañas”.

Ya el maestro chocolatero y pastelero francés Pierre Mirgalet lo había recordado en una de sus visitas al país. Al cacao venezolano “le hace falta rigor en los procesos de fermentación y secado”.

Es vital recuperar la genética del cacao

Oído al tambor

Para desarrollar de manera integral y sostenida en el tiempo nuestros cacaos, Elvis Portillo recomienda que el Gobierno establezca políticas de asistencia técnica y transferencia de tecnología hacia los productores para que conozcan y manejen correctamente la fase de la fermentación. También cree necesario que el cacao fermentado tenga un mejor precio para estimular al productor a cumplir con esta etapa clave de la transformación.

Hermenegildo Sojo afirma que deben eliminarse del mapa la tranca burocrática y sus tentáculos. Además cree esencial recuperar la genética del cacao y la producción “en cada estado, porque cada zona tiene su particularidad. Allí está el secreto”. La producción de por sí es un tema de honor. Actualmente Venezuela está en el renglón de “otros productores”, casi un punto invisible en el firmamento.

Luego Sojo hace una pausa, piensa y añade que paralelamente deben impulsarse los viveros, crearse planes para que la semilla llegue a las escuelas y formar al nuevo cacaotero venezolano porque no existe la generación de relevo ni en cantidad ni en calidad.

“Los mejores cacaos del mundo son los venezolanos, pero hay que mantener unidad y empujar en función de un solo propósito”, reflexiona el productor como quien sueña con ver a la cuna del “alimento de los dioses” levantar hasta lo más alto las banderas de la excelencia y confiabilidad entre un grupo de grandes o, al menos, medianos productores.