Yuly Carreño

Fotos: Liliana Elías

Con un pasado que evoca un importante desarrollo industrial pero también una historia de tradición y cultura cacaotera, el municipio Benítez, el más extenso del estado Sucre (anteriormente Distrito Benítez) es un buen ejemplo de la creciente reivindicación nacional del rubro cacao.

De esa época varios aspectos de interés destaca Reyes Marcano, miembro de la Asociación de Productores de Cacao de los municipios Benítez y Libertador, Asoprocabelib. Entre ellos, la explotación de las minas de azufre en manos de compañías alemanas o el funcionamiento del teleférico que conectaba a estos yacimientos con el puerto de Carúpano (a finales del siglo XIX y principios del siglo XX) desde donde se embarcaban los productos que se exportaban a Europa, entre ellos el cacao.

Iglesia principal del pueblo El Pilar, capital del municipio Benítez

El lago de asfalto de Guanoco, el más grande del mundo, es otra de las referencias del auge que tuvo esta zona. Su importancia fue tal que, según algunos registros, con este asfalto se pavimentaron las calles de Nueva York, Washington y otras ciudades de Estados Unidos.

Pero esta etapa de desarrollo fue quedando atrás. Según indica Marcano, el azufre fue sustituido por otros minerales, principalmente el petróleo, cuya explotación atrajo mano de obra de diferentes zonas del territorio nacional. Todos querían el futuro y la calidad de vida que prometía el llamado “oro negro”.

Reivindicar el cacao

Como ocurrió con toda Venezuela, el abandono del campo fue inminente. La agricultura fue desplazada por la economía minera-industrial y el rubro del cacao no fue la excepción. En poblaciones como El Pilar, capital del municipio Benítez, familias que vivían de este y otros cultivos abandonaron sus sembradíos para trabajar en la industria más importante del país.

“En los años 70 y 80 si tenías una pila de cacao se perdía, no tenía la importancia que tiene ahora”, dice agregando que en esos años muchos productores quedaron completamente desasistidos, sin las condiciones básicas para mantener operativas las áreas rurales.

La poda es una de las prácticas más eficaces para contribuir al buen estado de las plantaciones

Tras estas idas y vueltas, y en especial con la actual caída de los precios del crudo venezolano, frutos como el cacao representan el principal sustento para quienes habitan este municipio ubicado al sureste del estado Sucre.

“Ya no tenemos asfalto, azufre, ni turismo, lo único que tenemos es cacao”, asegura  este hombre de 63 años que fue parte de la empresa petrolera y que ahora, ya jubilado, busca aprovechar el reimpulso de la semilla tras heredar de su padre una pequeña hacienda de cinco hectáreas de cacao.

Instalado desde hace más de un año en su terruño, El Pilar, cree que este es un buen momento para reivindicar al cacao venezolano, en especial por el prestigio que desde tiempos de la Colonia ha tenido en los mercados internacionales.

Tierra prodigiosa

Desde el gremio al que pertenece, Marcano señala que uno de los grandes retos para lograr el incremento de la producción cacaotera nacional es crear consciencia en el productor y a su vez lograr la tecnificación.

“Hay que darles técnicas para un cacao de mejor calidad, eso muchas veces significa hasta enfrentarlo, porque ya está acostumbrado a hacer las cosas como las aprendió”.

Los productores buscan la tecnificación del cultivo

Una meta que parece difícil, pero no imposible. Y se basa principalmente en el demostrado potencial del cacao que se cosecha en Paria, un extenso territorio de la geografía venezolana en el que convergen hermosas playas, bosques, montaña, costa y una prodigiosa tierra con un amplio potencial agrícola.

“Nuestro cacao es bueno sin fermentarlo, imagínate si lo fermentamos”, expresa  convencido y apostando por una nueva etapa del cacao pariano, pese a que esta zona es conocida precisamente por la producción de cacao corriente (F2 o cacao sin fermentar).

Hoy en día el municipio Benítez produce cerca del 33% del total del estado Sucre, a su vez el mayor productor de cacao del país, por lo que la asistencia y apoyo a sus productores es de vital importancia. Aunque son pocos, algunos ya han comenzado a cambiar su forma de ver el fruto.

Un mejor procesamiento del grano y dirigir los esfuerzos hacia los derivados, que hoy son tan demandados en el mercado chocolatero, son aspectos que contribuyen a rescatar la producción en este pequeño pero productivo municipio venezolano, donde existe un oro que no destruye y, por el contrario, construye futuro: el “oro marrón”, nuestro cacao venezolano.