Por Carmen Maracara

A partir del 16 y hasta el 24 de diciembre, se realiza en Venezuela esta celebración en las iglesias católicas, una tradición que viene de la rica cultura mestiza y que además de preparar la llegada del Niño Jesús en las familias, propicia el encuentro entre vecinos y allegados, quienes comparten todas o varias de las nueve misas, que culminan el 24 con la llamada Misa de gallo.

La madrugada es la hora tradicional de realizarlas, hacia las 5 de la mañana, antes de despuntar el sol, una costumbre que ha variado en muchas zonas urbanas pero que se mantiene en muchas localidades del interior del país. La comunidad se despierta al son de las campanas de la iglesia y todavía a oscuras, las personas se acercan al templo al acto litúrgico que se acompaña con aguinaldos y villancicos.

Pero el frío decembrino, el “Pacheco” como le dicen los viejos caraqueños, invoca el chocolate humeante, que se solía vender en las afueras de la iglesia, junto a pastelitos, panes dulces, tortas, ponche de crema, leche de burra y hasta “calentaíto”, en las zonas andinas. Misa de aguinaldos y chocolate eran una dupla imprescindible, que todavía persiste en muchas zonas del país.