Por Liliana Elías

Fotos:  Julio Osorio y Gabriela Medina

Hay infancias que se pasean por fogones y aromas, por árboles frutales y amaneceres. Abuelas y tías que dejan la memoria impregnada de mermelada hecha por ellas y puestas a sol para secar, canciones típicas de casa, acentos, palabras, gestos y risas que se funden en la añoranza. Nada mejor que abrir la nevera de alguien para conocerle sus secretos, incluso sus deseos más íntimos. Hay familias que hacen de la comida un mandato personal, una religión compartida, un ritual de bendiciones, una complicidad y claro está, la mejor excusa para reunir a los amigos.

María Fernanda Di Giacobbe es una de esas mujeres que impiden que el tiempo converja con el olvido de recetas, tradiciones y amores vividos en la cocina de los primeros años. Eso, aunado a su talento y sazón natural, la convirtieron en referencia gastronómica de Caracas, capital de selva y vorágine en donde desde hace más de tres décadas ha ofrecido pequeños recintos de paz muy bien concebidos, en los que el arte y la herencia culinaria han ido siempre de la mano.

¡Un dinosaurio en la tina!

Hasta el día que, a modo de Epifanía, decidió entregarse al cacao venezolano. La revelación ocurrió en una chocolatería de Barcelona, España, donde una foto de la iglesia de Chuao la sorprendió como un dinosaurio en la tina. Fue cuando surgió la explosión. Ondas expansivas le invadieron los ojos y el cuerpo, María Fernanda había dado con su semilla de vida.

Desde entonces ha sido como lo que siempre, un misil en ascenso, una búsqueda de cacaos y tendencias, un Bean to bar, la eterna tarea de innovar y decir ante lo desconocido, ¿por qué no?

Para muestra un botón: desde Kakao Bombones, fundada en 2004, y junto a la Gobernación de Miranda, la Organización Trabajo y Personas y la Fundación Cacao de Origen, crea el proyecto Emprendedoras del Chocolate, el cual hasta hoy impulsa la preparación -y el empoderamiento- de más de 1500 mujeres que han aprendido el arte de la bombonería. También ha contribuido en las buenas prácticas por parte de productores que tras visitar su laboratorio de chocolate encuentran la motivación necesaria para hacer mejor su oficio. Asimismo, ofrece espacios donde sabor y cultura se encuentran a la orden del día de comensales y curiosos: Kakao, en el Centro Cultural Trasnocho, en Las Mercedes, y Cacao de Origen, en la hacienda La Trinidad, en donde difunden todo lo referente al maravilloso mundo del cacao venezolano.

Una de sus más recientes hazañas fue ganar el Basque Culinary World Prize, el “Premio Nobel de Gastronomía” que honra a cocineros de todo el mundo cuya iniciativa impulse el desarrollo de la sociedad en la que viven. 100 mil euros que serán destinados a seguir fomentando el crecimiento de Venezuela a punta de cacao, chocolate y educación.

Desde Vivaelcacao.com conoceremos un poco más a esta luchadora social que ha sabido devolverle a la tierra lo que ésta le ha entregado.

-¿Cómo impactó en tu vida y proyectos el “Baske Culimary World Price”?

–  Personalmente me colocó en una casa más grande, llena de puertas y oportunidades.  Para nuestros proyectos es una nueva dimensión, en un sentido vuelve a conectar a Venezuela con el mundo. Es la confirmación que cuando haces tu trabajo con pasión llegas lejos. Este premio reconoce la energía de miles de mujeres emprendedoras del chocolate que trabajan con amor y orgullo en todo el país.

Es una gran celebración y lo aprovecharemos muy bien.

– ¿Qué sentiste cuando te lo entregaron?

– Fue como si me elevaran del suelo, un gran silencio, una cosquilla en el pecho. Luego una enorme alegría junto con la visión de la Escuela de Emprendedores que tanto deseábamos construir.

– ¿Para qué será destinado el metálico? 

– Para Cacao de Origen Emprendedores, escuela – laboratorio de chocolate y bombones. Allí ampliaremos la capacitación para convertir emprendedores en empresarios, con productos y marcas propias, apoyo en recetas, diseño y venta. También una tienda en asociación que muestre sus trabajos y avances, con la idea de llegar a la elaboración de productos que puedan competir en todos los mercados de calidad.

– Al hablar de cacao nos vamos directamente al chocolate. ¿Crees posible separar ambos mundos y describir cada uno con su propio ritmo y belleza? ¿Como los describirías?

– El cacao es nuestra historia, nuestra identidad, nuestro ADN. El chocolate es la proyección del futuro, es la Venezuela nueva y que estamos construyendo. En este caso son indivisibles, para hacer magníficos chocolates es fundamental saber del cacao, sembrarlo y tener buenos procesos. Por ello el movimiento de chocolate que hay en Venezuela restaura nuestra identidad y nuestras plantaciones, nos conecta como país y entre comunidades, somos individuos, como familia, como habitantes de un mismo territorio. Territorio de los cacao criollos,únicos en el planeta.

Vemos con satisfacción cómo el cacao está despertando en la conciencia del venezolano, está tomando un auge interesante y sabroso. Si tuvieras que hacer un antes y un después en la historia del cacao en Venezuela, ¿cómo lo harías?

– Tenemos varios momentos “antes y después”. Toda nuestra historia está narrada por el cacao. Ser origen de los cacaos criollos, nobles, finos; ser primeros exportadores, cambiar el paisaje por la proliferación de plantaciones de cacao que a su vez generaron la traída de esclavos de África, y nuestra Independencia que toma aliento en la necesidad de libertad y libre comercio de la semilla. Entonces hay muchos acontecimientos importantes. Hoy hay un momento propicio desde que nos hemos unido chocolateros y productores, que se hacen eventos como el ChoccoVenezuela auspiciado por la Cámara Italiana, desde que hay miles de mujeres emprendedoras del chocolate y que los productores pueden hacer chocolate de calidad con los principios del Bean to bar.

– A nivel de educación, pertenencia y economía, ¿qué puede llegar a representar el cacao para los venezolanos?

– Una plataforma social, económica y cultural para la proyección del futuro. El cacao es hoy la posibilidad de país en que nos podemos convertir.

– ¿Cuáles son los principales riesgos que corre el cacao en Venezuela?

– El cacao y el venezolano son lo mismo,  todos los riesgos que tenemos como ciudadanos los sufre también el cacao. El abandono, la inseguridad, la falta de educación y tecnología, la corrupción… El desamor. Debemos tratarnos, personas y cacao, como la riqueza que somos para el país.

–  Refirámonos a un asunto difícil: la exportación de cacao. ¿Cuál es tu visión del tema?

–  Para exportar cacao es necesario un ambiente de justicia y legalidad, normas justas y transparentes. Un gobierno compuesto por personas que amen el país y a sus habitantes, que definan progreso y generen bienestar para todos, por encima de intereses personales.

Ser y estar

Trabajar con cacao es correr el riesgo de enamorarse aún más de Venezuela, entender cómo la lealtad también es un valor de las plantas. Un árbol de cacao puede sobrepasar los cien años y seguir dando frutos, retribuye los cuidados del productor con cosecha y belleza. Si eso no es lealtad, entonces ¿qué es? María Fernanda no pudo –ni quiso- escapar a los encantos del cacao, al punto que ha llegado a “reconocerse en él”, asumiéndolo como el ingrediente más maravilloso del planeta. “El chocolate nos llevó a las plantaciones y en ellas el cacao nos enfrentó a nuestra historia, identidad y cultura”.

–  ¿Qué sentiste la primera vez que viste una maraca de cacao, que hiciste un bombón?

–  He visto maracas de cacao desde que nací, viajábamos cada fin de semana a Barlovento o Aragua, el cacao siempre fue cercano, ahora está en mi. La primera vez que haces un bombón es bello, logras encapsular una idea gastronómica en un espacio del tamaño de un bocado. Siempre es fantástico ver esa pieza cubierta de chocolate, su aroma, su brillo, su estética y luego su sabor.

–  ¿Qué tienen en común el cacao y tú? ¿Por qué se hicieron tan buenos amigos?

–  Me reconozco en el cacao, Venezuela es cacao y por eso marca un camino, es guardián de la naturaleza y posee todos los atributos para proyectar un país próspero y con un maravilloso futuro.

– Alguna anécdota que te mate de risa (o de vergüenza) de cuando comenzaste a trabajar con cacao?

– Muchas, pensar que las maracas de cacao estaban listas para la cosecha por que estaban rojas, o que los cacaos criollos son delicados, enfermizos y poco productivos, hemos tenido el tiempo de cambiar paradigmas, de entender y aprender de los maestros como Ifigenia Laya en Ocumare, Petra Rojas en Barlovento o Calixto López en Paria. De Juan de Dios y Vicente Franceschi, de César Guevara y Alvaro Gómez. Ahora hablamos con mayor conocimiento del cacao, tenemos que escribir nuevos libros.

–  Cuáles son los paradigmas más arraigados y que más nos impiden avanzar como productores serios de cacao ante el mundo?

–  Que nuestro cacao es tan bueno que no necesita fermentarse. Esto es horribleQue es el mejor cacao del mundo. Si genéticamente lo es, pero necesita más y mejor trabajo de post cosecha, conocimiento, estructuras y tecnología de punta. Que es el cacao más apreciado de todos. También es cierto, pero si no llega a tiempo y en buenas condiciones, como está pasando, ya no será el primero en la lista.

–  ¿A quiénes o a qué te has tenido que enfrentar para defender nuestro cacao?

–  Nuestro cacao se defiende por su calidad. Me tomo el tiempo de explicar cómo debemos escucharlo y respetarlo, es duro ver que no todos le tienen estima, que lo maltratan o lo convierten en malos chocolates. Cuando entendamos su verdadero valor lo cuidaremos más que al oro, hablaremos de él y lo convertiremos en el símbolo de Venezuela.

Porque no solo de cacao se vive…

La María Fernanda que marca un hito en la actualidad lleva al cacao como estandarte de vida, pero más allá de su trabajo existe una mujer, una madre, una hija, una amiga. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Central de Venezuela; fue decoradora de interiores y es amante del Movimiento Surrealista. Tiene dos hijos, Bernardo y Eduardo, le gusta bailar y come chocolate apenas se despierta. Es una ariana tan cercana como el vecino, accesible y de agradable verbo.

–  ¿Cómo es un día habitual de MFDG?

–  Muy activo, lleno de encuentros, de trabajo, de planes. Hago muchas alianzas, la unión de esfuerzos y metas hace realidad los sueños. Construyo puentes entre las personas. Observo cómo podemos apoyarnos para hacer todo mejor, plantaciones, cacaos, chocolates, pues de nuestra calidad depende nuestro bienestar. Me gusta enseñar maneras de convertir recursos en riqueza, me gusta decir que el trabajo es la fuente del bienestar y que un oficio es nuestra seguridad y plataforma para expresarnos, realizarnos y ser muy prósperos. Que nuestra energía se puede transformar en dinero y este se convierte en estudios, casas, máquinas, vehículos, bienestar. Podemos transformar el paisaje cacaotero en recursos económicos a través del conocimiento y la fuerza del trabajo, por el amor a los hijos y para el bienestar de la familia y la comunidad, ese es mi empeño, podemos cambiar para bien el país.

– ¿Crees en el amor?

– Vivo por el amor y en amor. El amor más fuerte que conozco es el de las madres por sus hijos. Fíjate en Amanda García, de Chocolates Mis Poemas, que  le puso ese nombre a su marca porque representa a sus hijos. Ese amor está en muchas de las emprendedoras y su fuerza es capaz de transformar la realidad y el mundo.

– Tus raíces europeas, ¿han influido en tu forma de vivir?

– Soy súper caraqueña y venezolana, respiro plenamente con la vista del Ávila, me reconfortan los sabores, los paisajes y la música  de mi país. La influencia de mi familia italiana está presente y corre por mis venas, me ha dado una visión desde otra latitud, ambas familias me enseñaron el valor del trabajo, del oficio y de los principios éticos.

– La vida nos reserva a todos momentos duros para que al enfrentarlos, sepamos de qué estamos hechos. ¿Alguno en particular que te haya marcado?

– Muchos, injusticia, corrupción, odio, violencia. Pero lo más duro es no haber conocido hasta hoy un gobierno que respete a Venezuela y todos los que allí nacimos.

– Tres satisfacciones personales que te haya dado el cacao.

– La idea de crear el bombón venezolano, ese que contiene nuestros ingredientes, sabores, aromas y texturas, que como solemos decir, danza con los diablos de Chuao y se viste con los colores de los tapices zulianos.  El ver mujeres convertidas en chocolateras graduadas y certificadas, poseedoras de conocimiento y de un oficio que las hace profesionales. Finalmente, saber que podemos cambiar el país.

María Fernanda en una bocanada

–       Venezuela en una expresión:

–       Cacao.

–       El cacao que más disfrutas

–       Macuare.

–       ¿Tu comida favorita?

–       Asado negro caraqueño.

–       ¿Qué ritmos te hacen mover el esqueleto?

–       La salsa y el tambor

–       Una mirada que te conmueva

–       La de los animales, en especial las vacas

–       Un lugar inolvidable

–       El planeta Tierra

–       ¿A qué le teme MFDG?

–       A la injusticia, a la grosería

–       ¿Una alegría indiscutible?

–       Los niños

–       El valor de la amistad

–       Fundamental

–       ¿Sin qué cosa no podrías vivir?

–       Sin libertad

–       ¿Qué te acompaña siempre en tus viajes?

–       Semillas de cacao, sarrapia, kumache y la virgen del Valle

–       ¿Un sueño por realizar?

–       Ver una Venezuela próspera

–       ¿Una película que te haya marcado?

–       Los sueños de Kurosawa

–       Un soundtrack para tu vida

–       Toda la música de Venezuela

–       Un defecto

–       Terca muy terca.

–       Una virtud

–       Soy determinada

–       MFDG en tres palabras

–       Intensa / creadora / trabajadora

El cacao es, para María Fernanda, “una rebelión creadora de luz” que, como diría André Bretón, “no puede tomar más que tres caminos: la poesía, la libertad y el amor”. Reconforta saber que a nuestro país lo representan mujeres valientes y cultas. Alivia darse cuenta que existen muchas como ella que, desde sus propias esquinas, defienden a Venezuela con esfuerzo y conocimiento, sin bajarse de sus tacones y con la alegría a flor de piel. Así somos las venezolanas.