Yuly Carreño

Fotos: Liliana Elías

En el pueblo de San Francisco de Chacaracual, en la misma vía que conduce a la paradisíaca Playa Medina en el estado Sucre, un pequeño pero acogedor espacio le rinde tributo a las inmensas bondades del “alimento de los dioses”.

La tienda de Mabel es un lugar impregnado del inconfundible sabor y aroma del cacao cultivado con esfuerzo en las mágicas y atrayentes costas de la Península de Paria, donde el turista puede encontrar una gran diversidad de productos.

Bombones y crema de chocolate para untar. Cascarilla, almendra y polvo de cacao o las típicas bolitas para el chocolate de taza, forman parte de las opciones.

Pero este próspero negocio familiar ha ido más allá. También elaboran conservas de cacao, coco y jengibre, deliciosos ponches de cacao y café, licores artesanales y un producto que se ha convertido en tradición: los helados de cacao, una creación propia con el sabor único del cacao de Paria.

Desde 1921

El turista también puede adquirir artesanías, dulces típicos y  productos cosméticos como jabones y manteca de cacao, muy buscada por sus propiedades hidratantes, perfecta para masajes corporales y recomendada especialmente en caso de quemaduras.

Además de los Chocolates Paria en sus diferentes presentaciones, se ofrece también el chocolate elaborado de manera artesanal con cacao cultivado en la Hacienda Cacao Caribe, propiedad de la familia desde hace varias generaciones.

“Esta tienda era primero de mi abuela, después pasó a mi mamá y luego a mi hermana Mabel”, nos dice con la amabilidad que caracteriza a los orientales, Damaris Rodríguez, encargada de atender el negocio familiar cuando su hermana no está.

Asegura que poco a poco y con mucho esfuerzo Mabel convirtió ese “huequito” que funciona desde 1921, en la tienda que hoy en día es referencia del cacao, no solo para los habitantes del pueblo, sino también para los visitantes que llegan atraídos por la nobleza de esta maravillosa semilla.

Otra iniciativa que demuestra el entusiasmo, la pasión y el amor por el fruto criollo, el oro dulce, el oro marrón o como usted prefiera llamarlo. A fin de cuentas, es el mismo y es nuestro: el cacao venezolano.