Por Joselina Rodríguez

El boom petrolero que arrancó del campo a muchos jóvenes venezolanos y los condujo a las ciudades, comienza a revertirse gracias al fenómeno sociológico conocido como éxodo urbano, incrementado bien sea por la crisis económica, el desempleo o la búsqueda de un nuevo estilo de vida alejado de la contaminación, el tráfico y las preocupaciones. Jean Carlos Pinto, propietario de la finca cacaotera “Los Tulipán” en el estado Mérida, es el retrato vigente de este movimiento migratorio que ha tendido a multiplicarse a lo largo y ancho de Venezuela.

A pesar de no haber nacido en el campo, este joven marabino confiesa su pasión por la naturaleza, gracias a la belleza y tranquilidad de sus paisajes que lo transportan a otro mundo. Su inserción en el sector cacaotero ocurre gracias a su amistad con el Presidente de Chococao, Armando Parra, quien hoy en día cuenta con el centro de acopio de cacao más importante de Sur del Lago, así como un equipo de asesoría para los emprendedores cacaoteros.

“Hace año y medio Armando me invitó a conocer las instalaciones de Chococao y desde ese instante quedé encantado con las bondades de esta semilla. Justo en ese momento pensé: es aquí donde voy a invertir. Porque además de ser un cultivo noble, si se trabaja con esfuerzo, constancia y dedicación, la retribución económica que genera te permitirá mejorar tu calidad de vida”, puntualiza.

Desde esa visión hasta la concreción de la idea transcurrieron 3 meses, en los cuales Pinto se tomó la tarea de buscar una finca con plantaciones desarrolladas. Hace exactamente un año consiguió el espacio indicado, bautizado hoy como finca “Los Tulipán”, con una extensión de 23 hectáreas sembradas de diversos tipos de cacao, así como otros rubros alimenticios para el consumo personal.

“Cuando conocí esta finca quedé enamorado de ella. Aunque no estaba en condiciones óptimas al 100%, mi visión por recuperarla me hizo trabajarla con mucho más esfuerzo y dedicación. Al principio fue un poco difícil despegarme de mi familia, mis amigos y mi entorno citadino, sin embargo el esfuerzo ha valido la pena, porque hoy ya cuento con 19 mil plantaciones”, comenta.

En este bosque de cacao se pierde Jean Carlos todos los días para velar por su producción

Jornada laboral 

Muchos de los jóvenes que han decidido migrar de la ciudad al campo, lo han hecho más por obligación que por convicción. En el caso de Jean Carlos Pinto, su pasión por la semilla lo llevó a adquirir una finca cacaotera con el objetivo de hacer crecer su plantación y vender el producto posteriormente. Aunque no se ha mudado de forma definitiva a la finca, transcurre más tiempo en ella que en su propia casa ubicada en Maracaibo.

“Desde que adquirí la propiedad paso más tiempo aquí, que en la ciudad. En época de cosecha mi jornada inicia desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde, tal cual un horario de oficina de lunes a viernes. A veces son 12 horas seguidas y no, no me aburro para nada porque siempre hay algo nuevo que hacerle a las plantas. Ellas, como seres vivos que son, te dicen qué necesitan cada día y tú debes proporcionárselo si quieres verlas felices, esbeltas, saludables, uno aprende a escuchar al cacao y a darle lo que necesita”, expone.

Para este joven licenciado en Relaciones Industriales, el campo simboliza calidad de vida y desarrollo sostenible, dos elementos importantes que al fusionarse con el cacao, arrojan resultados increíbles a nivel social, económico e incluso turístico. Retomar la tierra y volverla a trabajar, no sólo garantiza alimentos para el futuro, sino también genera fuerza de trabajo para las comunidades, inunda de nuevas experiencias a los jóvenes y no tan jóvenes, y le otorgan un valor agregado a la semilla codiciada por los mercados internacionales.

“Y eso es posible gracias al trabajo mancomunado que se realiza en equipo. Para mí la mano de obra de mis trabajadores es muy importante, porque gracias a su constancia y dedicación hemos podido alcanzar las metas propuestas. No darle valor a ellos, es como no tener finca”, comenta Pinto.

Cacao Sur del Lago, parte esencial de los cultivos de Jean Carlos

El campo apremia

Detrás de ese impulso y protagonismo que se le está dando al cacao producido en Sur del Lago, se encuentran los productores jóvenes que hacen vida en esta región del país, quienes están demostrando que es posible desarrollar negocios exitosos y sostenibles estando lejos de las ciudades.

Un retrato de ello ha sido Jean Carlos Pinto, quien considera que “todo ese amor que le das al cacao, él te lo retribuye, él te lo devuelve con creces”. Afirma que “el campo apremia y no hay duda alguna que muchos jóvenes lo están comprobando en otros lugares de Venezuela. Nosotros lo estamos haciendo aquí, en Sur del Lago. Estamos invirtiendo y nos está yendo muy bien, y no sólo lo estamos realizando con fines lucrativos, sino también con el compromiso de seguir posicionando la semilla como una de las mejores del mundo”. En esta travesía lo acompaña su esposa Bethziel, quien a pesar del cambio tan abrupto que ha significado adentrarse en el campo, espera ayudar a su marido a cumplir su sueño y ser parte de él.

Jean Carlos y Bethziel, un matrimonio que espera cosechar familia y cacao en Sur del Lago

Así como Jean Carlos, existen muchos venezolanos que están construyendo país bien sea con granitos de arena o con granitos de cacao, siendo ellos la prueba fehaciente de que para alcanzar los sueños, es necesario realizar algunos sacrificios que, al final del camino, fortalecen al ser humano. Sea cual sea la actividad que estén desempeñando, estamos seguros desde Vivaelcacao.com que si lo hacen con cariño, esfuerzo, continuidad y paciencia, en poco tiempo podrán recoger los merecidos frutos.