Por Liliana Elias

Jorge Redmond no pasa desapercibido, su talento, aunado a su constancia y fe por Venezuela, lo convierten en figura pública y respetada. El presidente de Chocolates El Rey es un ejemplo de progreso y sentido común. Es, como decía su padre, un “optimístico” del chocolate al que le gusta hacer las cosas bien.

El balanceo de un vino tinto argentino –Las Moras-  bautizó el momento. Las luces tenues de un rincón del restaurante Leal, en Caracas, acentuaron la calidez del encuentro. El entrevistado, un hombre cuyo prestigio le antecede, con una prudencia proporcional a su altura, observador y reservado, pero de un humor encantador cuando se le sabe tantear, un señor del cacao y del chocolate en Venezuela, Jorge Redmond, el visionario detrás de Chocolates El Rey.

Para los venezolanos es muy familiar toparse en algún estante con un empaque de El Rey. Ya nos resulta familiar el término “cacao 70%”, e incluso eso de “Carenero Superior”. Las tabletas del logo en letras doradas cursivas se ha convertido en regalo obligado de quienes parten a otras geografías y esperan mostrar la mejor cara de un país reconocido a escala mundial por su excelente cacao. Hoy conoceremos el lado humano de una marca que evoca felicidad, los conceptos, principios y criterios del propulsor de una industria de sabores y aromas embriagantes.

La tableta San Joaquin ha sido una de las más reconocidas a escala mundial

El Rey desde 1929

La realeza del chocolate comenzó hace más de 86 años en Caracas como parte de la iniciativa de dos emprendedores: José Rafael Zozaya y su suegro, Carmelo Tuozzo, quienes le vendieron a Jorge Redmond 45% de la compañía. Al cabo de un año, el resto de las acciones. Bastó su visión y sentido comercial para darle a El Rey una vuelta de timón hacia un éxito que hasta hoy ha sido indetenible, el despertar de un titán hecho de cacao venezolano que arrasa en concursos mundiales y seduce los paladares más exigentes. Tabletas como Icoa y San Joaquín lo demuestran: El Rey coronó para quedarse.

–       Aunque el cacao venezolano goce de fama mundial por su excelente sabor y aroma, la industria no es precisamente la esperada. ¿Por qué estamos como estamos?

–       Creo que Venezuela es un país con enormes potencialidades, pero lamentablemente factores como el político y un nivel muy bajo de educación en algunos sectores han influido en la crisis. En Venezuela hay además, lo que Moises Nahím llama una “cultura de condominio” que nos hace estar pendientes de lo que ocurre de la puerta para adentro, sin darnos cuenta que también es fundamental atender al otro, estar pendiente de todo el entorno, y mientras eso no cambie pues es difícil divisar otro panorama.

–       ¿Sumaría a esto falta de unión en el sector privado?

–       Hay algunos individuos, sobre todo en el área de exportación, que trabajan por sí mismos y que no aportan nada a la industria, pero en la gran mayoría, sobre todo en el nicho y en los productores hay consenso, yo diría que los 80% de los productores están de acuerdo con lo que estamos haciendo.

¿Hay dificultades? Sí, pero también ha habido mucha unión. Lo que mueve a este país es el sector privado. Hay empresas pequeñas tienen ciertas flaquezas porque no conforman alianzas, son personas que hacen su propio esfuerzo casi en solitario, y hay que aplaudirlas por su intención de salir adelante, pero tienen que meterse mas en su comunidad, tienen que ir al sembradío, hablar con el productor, estar con los ingenieros agrónomos. El caso, por ejemplo, de nuestro ingeniero, Francisco Betancourt, es emblemático, él ayuda a los productores, a él lo quieren, lo respetan, tiene alta credibilidad ante ellos y ante la empresa, porque él está donde se le necesita, con la gente que lo necesita, así se hace la diferencia.

–       ¿Cómo ha sido la cultura de trabajo del productor venezolano?

–       Falta mucho por hacer, en Venezuela tiende a haber mucho cacique y poco indio, eso debe cambiar. Puede cambiar.

–       ¿Qué opinión le merece el aspecto político ante el tema cacao?

–       Venezuela está en peligro de perder su sitio entre los cacaos finos de aroma porque no se le está atendiendo como es. La situación actual es el resultado de políticas mal concebidas, e incluso falta de política. Tiene que venir un gobierno que primero, sea gobierno, y que sea competente para manejar el país. Hay que dejar la lealtad al concepto comunista que existe.

Ha habido muy poca disponibilidad política. Ahora eso podría cambiar ya que  hemos logrado que el Gobierno empiece a hacernos caso. Ya hemos conformado una especie de comisión entre el ente oficial, productores y empresas privadas para activar un plan de cacao que permita la apertura hacia la exportación, que es uno de nuestros grandes dramas en la industria del cacao.

Cacao para despertar a un país

Para Redmond, el tema del cacao en Venezuela refleja una situación muy difícil debido a que existe un sector agrícola empobrecido, con cerca de 56 mil hectáreas en producción y unos 17 mil productores bajo el peor índice de productividad del mundo, mientras en países como Ecuador, Perú y Colombia, que supieron olfatear el sentido comercial del cacao, producen por encima de los 800 kilos por hectárea.

–       ¿Es posible que el Venezuela lleguemos a esos niveles de producción y calidad?

–       ¡Por supuesto que sí! Tenemos que demostrar que podemos hacer lo mismo aquí, con tecnologia venezolana que por cierto, aprovechan los demás países para lograr lo que nosotros todavía no hemos logrado. Tenemos el know how, la gente, los accesos a los mercados internacionales, lo que está esperando ese mercado es que Venezuela reaccione.

El presidente de Chocolates El Rey mencionó una de las iniciativas que más mueve a los empresarios y a todo el sector en este momento, se trata del Plan 30×5, con el cual se espera elevar la exportación de 10 mil toneladas por año a 30 mil en cinco años.

Ecuador, potencia naciente de cacao

Mientras Venezuela celebra y padece al mismo tiempo la fama de contar con el mejor cacao del mundo, países como Ecuador han sabido apretarse el cinturón y convertir al cacao en un producto tan rentable que les permite obtener el 6% de su PIB de este grano tan delicioso como rentable. “Hace diez años, Ecuador producia 60 mil toneladas por año, hoy sobrepasan las 270 mil, es un jugador mundial de cacao”, asegura Redmond.

–       Usted ha tenido la oportunidad de interactuar con productores ecuatorianos. ¿Qué fue lo que más le impresionó de allá?

–       Lo que vi en Ecuador me dejó con la boca abierta. Vi una finca de 500 hectáreas que tiene todo lo que nosotros necesitamos tener y hacer aquí. Producen dos toneladas por hectárea mientras nosotros seguimos en 200 kilos por cada una. Manejan mucha tecnología y se esfuerzan para que la cadena alimentaria funcione como es. Queremos traer eso para acá. Pero eso cuesta, y hay que invertir.

Jorge Redmond: “estoy convencido que saldremos adelante”

Optimístico por encima de todo

Optimístico es un término que, aunque desconocido para cualquier diccionario de lengua española, para Redmond es muy cercano, “es por mi padre, quien por ser norteamericano pronunciaba algunas palabras a su manera” dice con la nostalgia a flor de piel. Esa palabra cuyo metamensaje juega con palabras como “optimista” y “místico” van muy bien con la personalidad de este súbdito del cacao, de este rey del chocolate.

–       Cuando se habla del caso Venezuela el panorama no es muy alentador. Pero usted cree en el cambio.

–       Yo creo que sí se puede pienso que Venezuela puede dar la talla, tenemos todo para eso. Chocolates El Rey ha demostrado con creces que cuando se quiere se puede, lo demás implica trabajo, el que venga con excusas escasamente logrará algo. Contra todo pronostico, El Rey enfrentó una situación difícil, le dio una vuelta y empezó a producir no solo para el mercado nacional sino que se dio a la tarea de exportar productos semi elaborados y elaborados y de competir a nivel mundial. Eso significa convertir al sector agroalimentario en trabajo. Icoa ganó un premio para todas las Americas, la tableta San Joaquin ganó medalla de bronce en los Premios Internacionales del chocolates en Nueva York, lo mismo en el concurso mundial en Londres donde también ganó. Todo eso parte desde Venezuela, entonces eso demuestra que la excelencia sí es posible.

–       ¿Bajo qué premisas actúa El Rey para contagiar ese sentido de excelencia a sus trabajadores?

–       Eso es parte del liderazgo que debes tener en el manejo de una empresa, nosotros esperamos que quien hace bien el trabajo lo haga también en su casa, el hecho de reciclar, por ejemplo, es una buena práctica. La gente aprende por los ejemplos de los demás.

–       Hablando de optimismo y excelencia, ¿qué aplaude de lo que se está haciendo con el cacao en Venezuela?

–       Dentro de poco vamos a tener mucho por qué aplaudir. Hay que diseñar planes a corto y mediano plazo, eso va a requerir una inversion importante y el Gobierno va a tener que definir una política de Estado para el crecimiento de la industria del cacao en Venezuela.

Corrupción galopante

La crisis que enfrenta Venezuela está marcada por un factor que, junto a la burocracia, condena al cacao a un estancamiento preocupante: la corrupción. Así lo señalan los expertos. Redmond coincide con esta afirmación.

–       ¿Cuáles han sido las principales piedras de tranca en la producción de cacao venezolano?

–       La corrupción y burocracia. Para transferir un cacao de un pueblito a otro debes tener un permiso del Gobierno y eso supone que hay que pagarle a alguien en la Guardia Nacional para tenerlo, eso entre otras mil cosas.

Exportación, dolor de cabeza de los empresarios

Los paralelismos se imponen en un país que, antes de depender del petróleo, figuraba como el primer país exportador de cacao, y que hoy en día se encuentra entre los últimos, con escasas 10 a 17 mil toneladas por año.

–       ¿Por qué el tema de exportación representa una espada de Amocles para los productores?

–       Por la burocracia que este Gobierno ha impuesto. Hace 17 años, por ejemplo, para exportar un container hacía falta cuatro pasos.  Ahora son 90 pasos y 19 ministerios. El Gobierno supone controlar, pero eso no es verdad, tienen una fuerte desconfianza hacia el sector privado, cuando lo que mueve la economía de un país es el sector privado, los empresarios.

Si alguien te solicita un pedido de Japón puedes tardar cuatro meses solo en llenar papeleo. ¿Qué sentido tiene -en términos de competitividad- esto para el país? ¡Nada! El cacao padece los embates del tiempo que pasa a la espera de su exportación.

El lado humano

La entrevista prosiguió bajo la sazón y recomendaciones del propio Edgar Leal, quien se acercó para saludar a su gran amigo, la complicidad entre ambos denotaba mucho respeto y fraternidad.  Un delicioso magret de pato pedido por Redmond, llenó de sabor y colores la mesa en la que también desfilaban un Lomito con salsa de mostaza espectacular y patas de cerdo deshuesadas rellenas con mouse de aves

Entre bocado y bocado, la conversación tomó otro rumbo, más humano, y Redmond,poco a poco, fue revelando su lado cotidiano.

– ¿A qué se ha enfrentado desde su trinchera para defender el cacao?

– A un sector del país donde nadie le da la importancia a hacer las cosas bien, pero en la medida que uno demuestra que cuando quiere puede, se van logrando las metas. Eso tiene mucho que ver con mostrar que las ideas son factibles, nuestra idea es que Venezuela será otro país cuando el cacao funcione, eso se puede. Lo demás es trabajo.

Sobremesa

–       ¿Cuál es el cacao que más disfruta?

–       Es un tema de gran discusión, no diría que hay uno mejor que otro, depende de muchos factores, incluso la hora en que lo consumes. Es difícil contestar eso.

–       ¿El mejor momento para comerse un chocolate?

–       Bueno… Yo no debería porque soy diabético, jajaja, pero sí lo pruebo constantemente. No hay una hora especial, es cuando el cuerpo te lo pide, eso de que el chocolate es un alimento de dioses se refleja en ese disfrute.

–       ¿Qué música le gusta?

–       Me gusta mucho la música clásica, me gustan todas, salvo ese rock eléctrico, no lo disfruto… Puedo bailar un merenguito, si me obligan, jajaja…

–       ¿Un momento inolvidable?

–       Hay momentos de gran placer y de gran tristeza: el 12 de abril fue de los peores. ¿Momentos de alegría? El nacimiento y graduación de mis hijos, algunos viajes que hemos hecho juntos.

–       ¿Un lugar espectacular?

–       El más espectacular es el que todavía no he visto

–       Jorge Redmond en tres palabras:

–        Son dos… jajaja. Me gustaría pensar que soy un buen ciudadano

–       ¿Una virtud?

–       Me río bastante. Lo demás debería decirlo, no yo. Una virtud… Este… no sé. ¡Qué mal entrevistado!

–       Para nada. ¿Un defecto?

–       Ser impaciente.

–       ¿El valor de la amistad?

–       Muy importante, la amistad y la familia son importantísimos, y mucha gente no valora eso.

–       ¿Una película que lo haya marcado?

–       Cuando voy al cine o veo tele lo hago para entretenerme, no para pensar, yo me relajo. Casablanca, por ejemplo, es una película espectacular, uno la disfruta, hay un arte allí, un fondo.

–       ¿A qué le teme?

–       A la estupidez, a la irracionalidad. Sobre todo en un país donde le tuerto es rey, la gente toma decisiones sin pensar y eso es terrible para la sociedad. Pero como yo soy optimistico…

–       ¿Sin qué cosa no podría vivir?

–       Sabes que lo he pensado… A veces pienso que es el Ipad, pero no es verdad. Uno siempre puede vivir sin muchas cosas cuando lo ponen a prueba.

–       Venezuela en una expresión:

–       No hay una, Venezuela es una maravilla con muchos problemas a enderezar. Venezuela es mi hogar

Y así culminó el encuentro con un roble del cacao, un lingote de confianza y trabajo llamado Jorge Redmond, un optimista que le entrega toda su experiencia a un país que necesita gente pujante y enfocada en salir adelante, en este caso, activando con todos los hierros la industria más dulce de Venezuela: el cacao.